Eφημερίδα της Τενερίφης Diario de Avisos, στο
ένθετο El perseguidor, τεύχος 75, δημοσιεύτηκαν
μεταφρασμένα στην ισπανική γλώσσα από τον ποιητή Mario Dominguez Parra -7 Δεκεμβρίου
2011.
Zodoris Vorias
1.
La Grecia del sueno
(Ελλάδα του ονείρου)
Cogí la piedra,
cogiste la brisa del alba.
Cogí la rama seca,
cogiste la llama del mediodía.
Cogí el barro desecado,
cogiste el exantema de la tarde.
En la playa de Skotina me senté
y en la cumbre del Olimpo tú,
para soñar,
para crear una nueva Grecia.
Y soñamos toda la noche
y soñamos bajo cielos estrellados,
y soñamos bajo cielos estrellados,
¡aún soñamos con aquella Grecia!
2.
2.
Huyeron nuestros sueños
(Ξέφυγαν τα όνειρά μας)
Huyeron nuestros sueños,
los dispersó el viento.
En las calles
se borraron nuestras huellas,
se olvidó nuestra silueta,
se perdieron los carteles.
Detrás no quedó nadie
o muy pocos.
Huyeron nuestros sueños.
Nuestros hijos, jueces,
no tendrán mucho que escuchar,
nos condenarán.
3.
3.
El fragmento
(Το θραύσμα)
En un terreno un trozo de bomba
herrumbroso esperaba
encajarse en mis nervios.
Arrojo desde la mañana
fragmentos a los culpables.
Aquella herrumbre,
sangre desecada,
secó hoy el color por doquier.
Cuento las víctimas que destrocé,
el fragmento sobre la mesa
admite la responsabilidad
de la matanza.
4.
Espejo
(Καθρέφτης)
Se evadió la luna
por el cieno de la calle,
se embelleció la carretera general,
se endulzó su oscuridad.
Los espejos,
pasada la medianoche,
devienen charcos
llenos de estelas,
turbios por el aliento
apestoso de los borrachos.
Bien lo sé, y no me miro
al espejo por la hora que es.
5.
Muros de Salónica
(Τοίχοι της Θεσσαλονίκης)
Palabras antaño clavadas sobre los muros
debaten ideas en voz baja.
Consignas que un día fueron escritas
enardecen la conversación…
aliento de lucha, de fanatismo,
aliento de fervor, de ansiedad.
Algunos muros en Salónica reviven,
la tapia del puerto,
el acueducto de Kalizea,
la valla de los sepulcros de Ayía Paraskeví.
Palabras, consignas, hálitos hechizan,
asustan a los incautos,
vociferan el ayer a los proto-agonistas.
6.
Sientes las paredes
(Νιώθεις τους τοίχους)
Sientes que con mis ojos te miran
las paredes de la habitación.
Fuera escuchas los gatos
lamentar las calles desiertas,
los árboles producir brotes.
Combates la soledad con el lápiz,
mi aliento cura tus heridas.
Si te desmayas
te cogeré en brazos
para extenderte sobre otro poema.
7.
Sobre mí yo oculto lo robado
(Πάνω μου κρύβω τα κλεμμένα)
Sobre mí yo oculto fragmentos robados
de poemas extranjeros que en algún sitio cayeron,
fragmentos robados de frías huellas,
que antaño ardían.
Quieres apagar tu cigarrillo
sobre mis peores costumbres.
¿Por qué tienes miedo?
Dejé de robar
hermosos ídolos de los espejos.
Temo las aceras,
los muros escritos
y los carteles mal pegados
que se sometían.
Temes mirar en mi corazón,
arrancarme las espinas una a una.
Lo sabes bien, hace años que sangro.
Acaricia mis rojas marcas
sobre el botín,
táchalas, para sentirme.
8.
Epidemia
(Επιδημία)
Nos paramos en lugar erróneo,
poco a poco nuestros zapatos amarillean.
Bajemos,
tanto tiempo frente al escaparate
que quizás reflejamos señuelos.
Medio verso más y lo reventamos.
Quítate la ropa, verás,
cómo trepa por tu cuerpo
el amarilleo.
Quítatela, no la diseminaré,
ahora estamos entre la gente
la sostendré con cuidado.
Bajemos,
nos mira un amarillísimo mendigo
…tu pecho no perdió su bello color,
aún tienes un corazón rojo.
Bajemos,
los sueños del escaparate
nos exterminan.
9.
En derredor huele a mar muerta
(Γύρω μυρίζει πεθαμένη θάλασσα)
La cadena hallé que veía en sueños
con su pesada áncora
que se sujeta a la cancela
de la playa, en Aretsú.
A solas obtengo consuelo
en los desiertos vestuarios eróticos,
el arenal que busca cuerpos sudorosos,
húmedas huellas de pasos que cambiaron de rumbo.
Vociferaré
para arrancar una esquirla de renuncia
y una esquinita
de luna angulosa,
para con ellas fabricar una daga
idéntica a graznido de gaviota,
para cortar en tiras mi infancia,
para extenderlas aquí y allá sobre esterillas.
En derredor huele a mar muerta
como una vieja fotografía.
10.
Ángeles asesinos (de «ANILINAS»)
(Ανιλίνη – Άγγελοι φονιάδες)
Ángeles asesinos, en noches de sexo,
desean la ropa
arrojada a tus pies.
Se escurren por su interior,
exterminan tu último aliento.
Ardes y te consumes,
sobre tu ropa muerta,
babeas sobre los ojos que te miran
desde sus polvos,
desde las cremalleras rasgadas.
por el cieno de la calle,
se embelleció la carretera general,
se endulzó su oscuridad.
Los espejos,
pasada la medianoche,
devienen charcos
llenos de estelas,
turbios por el aliento
apestoso de los borrachos.
Bien lo sé, y no me miro
al espejo por la hora que es.
5.
Muros de Salónica
(Τοίχοι της Θεσσαλονίκης)
Palabras antaño clavadas sobre los muros
debaten ideas en voz baja.
Consignas que un día fueron escritas
enardecen la conversación…
aliento de lucha, de fanatismo,
aliento de fervor, de ansiedad.
Algunos muros en Salónica reviven,
la tapia del puerto,
el acueducto de Kalizea,
la valla de los sepulcros de Ayía Paraskeví.
Palabras, consignas, hálitos hechizan,
asustan a los incautos,
vociferan el ayer a los proto-agonistas.
6.
Sientes las paredes
(Νιώθεις τους τοίχους)
Sientes que con mis ojos te miran
las paredes de la habitación.
Fuera escuchas los gatos
lamentar las calles desiertas,
los árboles producir brotes.
Combates la soledad con el lápiz,
mi aliento cura tus heridas.
Si te desmayas
te cogeré en brazos
para extenderte sobre otro poema.
7.
Sobre mí yo oculto lo robado
(Πάνω μου κρύβω τα κλεμμένα)
Sobre mí yo oculto fragmentos robados
de poemas extranjeros que en algún sitio cayeron,
fragmentos robados de frías huellas,
que antaño ardían.
Quieres apagar tu cigarrillo
sobre mis peores costumbres.
¿Por qué tienes miedo?
Dejé de robar
hermosos ídolos de los espejos.
Temo las aceras,
los muros escritos
y los carteles mal pegados
que se sometían.
Temes mirar en mi corazón,
arrancarme las espinas una a una.
Lo sabes bien, hace años que sangro.
Acaricia mis rojas marcas
sobre el botín,
táchalas, para sentirme.
8.
Epidemia
(Επιδημία)
Nos paramos en lugar erróneo,
poco a poco nuestros zapatos amarillean.
Bajemos,
tanto tiempo frente al escaparate
que quizás reflejamos señuelos.
Medio verso más y lo reventamos.
Quítate la ropa, verás,
cómo trepa por tu cuerpo
el amarilleo.
Quítatela, no la diseminaré,
ahora estamos entre la gente
la sostendré con cuidado.
Bajemos,
nos mira un amarillísimo mendigo
…tu pecho no perdió su bello color,
aún tienes un corazón rojo.
Bajemos,
los sueños del escaparate
nos exterminan.
9.
En derredor huele a mar muerta
(Γύρω μυρίζει πεθαμένη θάλασσα)
La cadena hallé que veía en sueños
con su pesada áncora
que se sujeta a la cancela
de la playa, en Aretsú.
A solas obtengo consuelo
en los desiertos vestuarios eróticos,
el arenal que busca cuerpos sudorosos,
húmedas huellas de pasos que cambiaron de rumbo.
Vociferaré
para arrancar una esquirla de renuncia
y una esquinita
de luna angulosa,
para con ellas fabricar una daga
idéntica a graznido de gaviota,
para cortar en tiras mi infancia,
para extenderlas aquí y allá sobre esterillas.
En derredor huele a mar muerta
como una vieja fotografía.
10.
Ángeles asesinos (de «ANILINAS»)
(Ανιλίνη – Άγγελοι φονιάδες)
Ángeles asesinos, en noches de sexo,
desean la ropa
arrojada a tus pies.
Se escurren por su interior,
exterminan tu último aliento.
Ardes y te consumes,
sobre tu ropa muerta,
babeas sobre los ojos que te miran
desde sus polvos,
desde las cremalleras rasgadas.